Recientemente tuve la oportunidad de leer el artículo de Jerry Haar, “¿El crecimiento económico de una nación hace feliz a la gente?”. Me pareció muy interesante, porque es una versión ligeramente diferente de una pregunta muy común: ¿tener más dinero te hace más feliz? Jerry Haar es profesor de negocios internacionales en la Universidad Internacional de Florida y miembro global del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, en Washington D.C.
La mayoría de nosotros pensamos que existe una correlación positiva entre el crecimiento de la riqueza y la felicidad. Esta no es una verdad absoluta. Hay un punto en el que, claramente, más dinero no significa más felicidad, pero tendemos a pensar que sí existe una correlación, especialmente en los niveles de bajos ingresos.
El profesor Haar, quien basó su artículo en el trabajo del economista Richard A. Easterlin, encontró que el crecimiento de la riqueza nacional no siempre provoca un crecimiento en la felicidad de la población. En los estudios que realizó en 37 países con diversos niveles de desarrollo económico, Easterlin descubrió que no existe una relación significativa entre la tasa de crecimiento económico y el incremento de la satisfacción de los habitantes.
Haar escribe que “en general, el desarrollo económico no es indicador de satisfacción y felicidad en América Latina. En América Latina, el desarrollo económico no aumenta la felicidad. De hecho, en esta región, la relación entre el PIB y la felicidad es negativa”.
Un artículo de 2016 en Harvard Business Review lo corrobora. Los datos tomados del Latinobarometer, una encuesta exhaustiva realizada a 18 países latinoamericanos, concluyó que el crecimiento económico se asocia a un efecto general negativo en la felicidad. En otras palabras, el crecimiento del ingreso fue, en promedio, perjudicial para la felicidad en estos países, durante el período estudiado; con la desigualdad como agravante del efecto negativo del crecimiento económico en la felicidad.
América Latina también ocupa un lugar destacado en el ranking de la felicidad general. La felicidad no solo está correlacionada de manera inversa con el crecimiento económico, sino que además, los países latinoamericanos son más felices que muchas otras naciones más ricas.
¿Por qué una región plagada de crimen, pobreza, inestabilidad, corrupción y bajos niveles de educación es un lugar feliz e increíble? (El Índice Happy Planet señala que 6 de los 10 países más felices del mundo están ubicados en América Latina).
Mi esposa, que es colombiana, siempre se ha maravillado de lo felices que son las personas de su país, especialmente en el pequeño pueblo rural donde vive su abuela. Mientras viajaba por Colombia, vi este sentido de comunidad en cada ciudad, grande o pequeña. Los domingos, la gente se amontona en la plaza central, generalmente rodeada de bares y puestos de comida.
Familias, amigos, hijos y abuelos charlan con sus vecinos. Puede que no sean ricos, pero tienen suficientes “elementos básicos”, como comida y refugio. Más importante aún, son ricos en relaciones humanas y eso es un determinante de la felicidad más fuerte que el propio dinero.
Pero todo esto es anecdótico. El profesor Haar nos presenta el concepto de “afecto positivo”, que es la forma en que las personas experimentan afectos, como las sensaciones, las emociones y los sentimientos. “Mariano Rojas, economista líder de FLACSO México, encontró que el efecto positivo es extraordinariamente alto en América Latina. Afirma que el estado afectivo de las personas debe incorporarse para poder comprender la evaluación general de su felicidad. Los hallazgos de la encuesta mundial de Gallup sobre el efecto positivo revelan que 8 de los 10 países con las puntuaciones afectivas más altas son latinoamericanos”.
A fin de cuentas, en la cultura latinoamericana, la familia y las relaciones son extremadamente importantes y la mayoría de la gente tiene un fuerte sentido de comunidad. Este fuerte sentido de “pertenencia”, de ser parte de una familia, clan, pueblo, iglesia, club de fútbol, etc. crea relaciones humanas fuertes y ricas, lo que parece que compensa con creces la falta de bienes materiales e ingresos altos.
Echando la vista atrás en mi carrera y en las decisiones tomadas, creo que esta es, probablemente, la razón por la cual elegí trabajar en América Latina. Me hace muy feliz viajar al sur y visitar las oficinas que tenemos en 16 países.